Ellos son Emily y Asiel. Tienen poco tiempo de casados. Un matrimonio bendecido por Dios, y muy amados en su comunidad.
Su gran sueño era su primer bebé. Desgraciadamente, por cuestiones de salud, a las pocas semanas de embarazo, Emily y Asiel experimentaron la tristeza de la pérdida de un hijo. Para algunos matrimonios que a veces nos escriben, perder un bebé en una etapa temprana de la gestación no es muy doloroso, pero sin embargo Emily y Asiel son diferentes, son sencillos, son sensibles, ellos anhelaban un hijo. Asiel nos cuenta:
Perdimos a nuestro bebé el 10 de octubre del 2013.
Nuestra primera reacción fue mucha tristeza siempre pensando ¿cómo pudo pasar o que hicimos mal?, la primeras 2 semanas fue fueron de gran dolor, dudas, incluso depresión, pero después de esas semanas Dios trajo una palabra a mi vida y este mensaje era que dejará las ropas de luto y siguiera adelante (lógicamente dándole un tiempo de duelo a nuestro hijo, lo que es algo normal, y creo que mi esposa Emily fue aún más afectada).
Después de eso como al mes de que perdimos al bebé Dios empezó a sanar nuestros corazones y milagrosamente el proceso de sanidad de nuestro corazón fue relativamente rápido. Empezamos a orar y decirle a Dios que pasará lo que pasará Él seguiría siendo Dios y que cuando fuera su voluntad Emily saldría embarazada e incluso le dije a Dios que sabíamos que si ella salía de nuevo embarazada, El supliría nuestras necesidades. (Esto por qué nuestra situación económica no estaba muy bien).
A finales de mayo de este año, Emily me avisó que estaba embarazada de nuevo. Esto me dio una gran alegría, pero ambos decidimos guardar la noticia de manera privada, y solo personas muy cercanas lo sabían. Deseábamos que todo estuviera bien, y que Emily y él bebe atravesaran las semanas criticas del embarazo en completa salud.
En una de las visitas con el médico especialista empezó a ver con ultrasonido el corazón del bebé y allí descubrió que:
(La biblia dice que Dios nos da mucho más de lo que le podamos pedir, y aun más de lo que podemos entender). Dios bendijo en gran manera a Emily y Asiel: